Queridos amigos españoleros, hoy os traigo un cuento muy bonito que se llama “La vasija agrietada” y nos trae una enseñanza preciosa que os voy a contar al principio. Así que si queréis aprender esta enseñanza y el resto de la historia, quedaos a ver este vídeo hasta el final.
Vamos a empezar, como siempre, con nuestro mantra particular: Yo hablo español, yo hablo español, yo hablo español.
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Queridos amigos, hoy os traigo la historia de la vasija agrietada. Una vasija es un recipiente de barro y está agrietada porque tiene grietas, tiene pequeños agujeros o pequeñas rajas. Os dejo aquí la foto para que lo veáis.
Bueno, pues esto parece ser que viene a decirnos que la vasija tiene algunos defectos y es una enseñanza para nosotros, porque nosotros somos, igual que la vasija del cuento, somos especiales y somos valiosos por nosotros mismos, aunque tengamos nuestros defectos, ya que nuestros defectos también potencian nuestra personalidad. Nuestros defectos, entre comillas o posibles imperfecciones, es lo que nos hace únicos e irrepetibles y probablemente nos hagan cumplir la misión para la que hemos venido. A ver, ya me estoy enrollando mucho.
Voy a contaros este cuento para que podáis comprender todo lo que quiero decir. Como ya he dicho, una vasija es un recipiente y está agrietada porque tiene grietas que son unos defectos para la vasija. O esta vasija creía que tenía esos defectos. Y veréis. Había un cargador, un cargador de agua en la India. Este hombre tenía dos vasijas, dos vasijas que tenía colgadas a ambos lados de un palo muy grande que cargaba sobre sus hombros. Todos los días tenía que ir al río a traer agua hacia su casa y durante dos años estuvo haciéndolo. Una de las vasijas era una vasija perfecta, nueva, sin ninguna rotura, sin ningún agujero, sin ninguna grieta. Estaba, parece ser, perfectamente hecha para el trabajo que tenía que hacer. De hecho, la vasija se sentía muy orgullosa y segura de sí misma, porque el trabajo lo hacía a la perfección y estaba muy, muy orgullosa y engreída. Se creía perfecta y la mejor.
Sin embargo, la segunda vasija tenía unas grietas, lo que hacía que cada vez que cargaba con agua, al llegar al final del camino, el agua llegaba por la mitad, mientras que la vasija entera tenía todo el agua completa. Ella estaba muy triste. La vasija que tenía grietas, me refiero, porque sólo podía cumplir su trabajo a medias, porque siempre llegaba con el agua a la mitad.
Después de llevar dos años trabajando con este cargador de agua, un día se puso muy, muy triste y decidió hablar con el cargador de agua y le dijo: Mire usted, estoy muy avergonzada, me siento muy triste porque no puedo cumplir muy bien mi trabajo. Siempre llego por la mitad, siempre llevo la mitad del agua a mi destino y esto hace que me sienta muy infeliz y muy desgraciada. El cargador de agua le dijo: No, no me digas eso. Te propongo una cosa, cuando vayamos hasta la casa te vas a fijar por tu lado del camino, a ver qué ves. La vasija, muy extrañada, así lo hizo. De camino a casa se fijó por su lado del camino y vio que estaba lleno de unas flores preciosas de vivos colores y le gustaron muchísimo. Pero de nuevo se puso muy triste al llegar a la casa y comprobar que seguía llevando la mitad del agua.
El cargador de agua le preguntó: ¿Qué te ha parecido? Y la vasija agrietada respondió: He visto unas flores preciosas, de vivos colores, bellísimas, pero aunque he estado contenta por un rato viendo todo esto, al llegar me he vuelto a poner muy triste porque me he dado cuenta que de nuevo estaba cargada de agua por la mitad. Estoy muy apenada por tener este defecto y este fallo que hace que no cumpla mi trabajo en su totalidad. El cargador de agua le dijo: Yo ya sabía que tenías unas grietas cuando te compré, por eso decidí comprar algunas semillas de flores también y sembrarlas a lo largo del camino. Así, cada vez que pasaba contigo, que ibas soltando un poco de agua, las semillas se iban regando y de esas semillas han salido estas bonitas flores, estas bonitas flores que no solo adornan el camino hasta la casa, sino que a veces me permiten cortar bonitos ramos de flores para llevarle a mi mujer y para adornar nuestra casa. Estoy contentísimo contigo. No te cambiaría por nada del mundo porque gracias a tus grietas he podido tener este jardín de camino a casa tan maravilloso.
La vasija no podía salir de su asombro. En realidad, su grietas y sus defectos eran lo que le gustaba al cargador de agua y lo que le hacía… la hacía más valiosa aún. Esto hizo que la vasija se pusiese a reflexionar y se alegrase un montón de sus imperfecciones, de esas imperfecciones que la hacía única.
Amigos, contadme los comentarios. Qué os sugiere esta fábula. Si os ha gustado o no, decídmelo en los comentarios que me encantará, que me encantará leerlo. Y amigos, espero que la fábula os haya gustado como os he dicho. Si así ha sido, le dais a me gusta, no olvidéis suscribiros al canal, como siempre digo y nos vemos aquí en futuros vídeos de español y olé. Un besito y hasta muy pronto amigos. Adiós.