Queridos amigos españoleros, ¿queréis saber cómo continúa el tercer capítulo de nuestro libro que estamos leyendo juntos “El arte de no amargarse la vida”, de Rafael Santandreu? Pues quedaos a ver este vídeo hasta el final.
Vamos a empezar, como siempre, con nuestro mantra particular: Yo hablo español, yo hablo español, yo hablo español.
Amigos, como ya sabéis los que habéis visto los vídeos anteriores, estamos comentando este libro, “El arte de no amargarse la vida” de Rafael Santandreu y estamos comentando las cosas que nos dice Rafael, que es un psicólogo muy famoso en España y es una forma de aprender español y de aprender un poquito también sobre crecimiento personal. Estamos juntando las dos cosas, estamos haciendo un dos en uno.
Así que, amigos, vamos a empezar con este tercer capítulo que se llama o se titula: “Basta de dramatizar” y en él vamos a ver dos cosas fundamentales, dos cosas. Y es, una, la primera, es que todas las personas estamos evaluando siempre las situaciones, como Rafael dice, somos máquinas de evaluar y en la segunda parte de hoy vamos a hablar de la historia de Eva, una chica con una historia muy particular que nos va a ilustrar o nos va a demostrar lo que Rafael nos quiere decir cuando habla de que somos máquinas de evaluar.
Así que vamos a analizar estas dos cosas.
Así que empezamos con el punto número uno de este capítulo, que es aprender a evaluar. ¿Qué quiere decir esto según Rafael Santandreu? Pues quiere decir que los humanos, como él dice, somos máquinas de evaluar porque evaluamos todo lo que nos sucede. El dice: Si nos tomamos un café y lo saboreamos, siempre en un rincón de nuestro cerebro, nos estamos preguntando: ¿Está bueno?, ¿me despierta?, ¿disfruto de este descanso?, ¿repetiré la experiencia? Otro ejemplo que nos pone es que si estamos leyendo este libro nos podemos preguntar: ¿Es interesante?, ¿es útil?, ¿me entretiene?…
En fin, siempre estamos evaluando las situaciones que nos pasan, y él dice que hay una línea de evaluación y es muy interesante porque según él, principalmente a cada cosa que nos sucede le damos un grado en esta línea de evaluación, y es una línea de evaluación que voy a dejar escrita por aquí porque es muy interesante, que va desde genial hasta terrible.
Pero una cosa puede ser genial o terrible, pasando por muchos otros, otros grados, por ejemplo: El primer grado es genial, después viene muy bueno, bueno, normal, malo, muy malo y terrible. Y aquí está la clave de este capítulo. Según Rafael Santandreu, las personas que son más vulnerables a nivel emocional son aquellas personas que tienden a evaluar todo lo que les sucede como terrible. Todo es terrible, todo lo que les pasa es terrible. Y esto les lleva a un nivel emocional muy bajo, un nivel emocional muy tendente a sufrir trastornos como por ejemplo la depresión. Y el siempre dice que cuando alguien llega a su consulta con un problema grave o una depresión, él siempre le dice tú no tienes depresión, tienes una, una enfermedad que se llama terribilitis, terribilitis viene de terrible y es esa tendencia que muchos de nosotros tenemos a considerar o a evaluar todo lo que nos pasa como algo terrible. Cuando en esa escala de graduación de las cosas que nos pasan, hay muchos grados. Siempre, siempre y en la mayoría de los casos, según Rafael Santandreu, tendemos a evaluarlo como muy, muy terrible. Y esto nos lleva a a caer en ese pozo negro, como hemos dicho en capítulos anteriores, y ese sitio donde nos cuesta mucho trabajo salir. Y esta es la idea principal de este capítulo, llegar a ese punto.
Y para que lo comprendamos mejor, nos cuenta la historia de Eva, que era una paciente suya de 25 años de edad y es una historia que a mí me ha encantado y me parece súper interesante y que cada uno de nosotros puede aplicar en su vida a ver de qué manera hay algo, hay algo en nuestra vida que nos parece tan terrible, que no nos hace avanzar o no nos deja mejorar o ser más felices. Y esa cosa que nos parece tan terrible quizá sólo sea una cuestión de nuestra mente, porque en realidad no es tan terrible. Vamos a escuchar esta historia de Eva.
Eva era una profesora de educación infantil que se había trasladado a Barcelona para trabajar y fue a su consulta muy desesperada con lo que le pasaba. Y veréis lo que le dijo a Rafael. Seguro que os resuena esto que voy a decir. Ella decía: Sé que lo tengo todo, un trabajo que me gusta, un novio que me quiere, soy guapa, me gusta la música, la moda…, pero lo que me ha arruinado la vida es: ¡La altura!
Y bueno, al parecer esta chica medía alrededor, alrededor, es decir, más o menos un metro cincuenta. Bueno, tampoco es una estatura tan mala, aunque para ella nos podemos imaginar, era terrible. Ella decía que estaba al máximo de ansiedad, que era tan bajita que ya no lo podía soportar más, ya no lo podía soportar más, hasta tal punto que quería dejar el trabajo y volverse a casa de sus padres, porque ella dice que desde la adolescencia ya tenía ese complejo de bajita, de ser una persona baja y toda su vida, toda su vida, había vestido con unos tacones enormes, es decir, con unos zapatos de tacón, que siempre se los ponía.
Nadie la había visto nunca sin zapatos de tacón. Incluso cuando dormía con su novio, ella se levantaba muy temprano y se ponía sus zapatos de tacón para que él no se diese cuenta de lo bajita que era. Tal era su miedo a que la viesen sin los zapatos de tacón, que cuando era muy joven se inventó que tenía una enfermedad para no ir a la playa. Se inventó que era alérgica al sol, con lo cual no podía ir a la playa, así nadie la veía sin tacones.
También decía que en el colegio donde estaba, le daba mucha vergüenza cuando los niños se ponían en fila porque incluso algunos de sus alumnos era más altos que ella. Así que fue a la consulta del doctor Santandreu para ver si este le subía su autoestima y le decía que no era bajita.
Y el doctor Rafael Santandreu lo primero que le dijo, atención, y esto es muy interesante, lo primero que le dijo es: Eva, tú no eres normal. No, no, no, lo cierto es que eres muy bajita, casi enana. Eva no podía dar crédito a lo que estaba escuchando del doctor Santandreu. ¡Cómo le estaba diciendo eso, si ella había ido allí para que él le subiese la autoestima! Pero el doctor Santandreu siguió diciendo: Si, eres muy bajita, naciste así y eso es un defecto. Es decir, es cierto, pero no es un hecho terrible. Quiero que entiendas que a pesar de ser bajita, puedes ser muy feliz. ¿O es que acaso los enanos no tienen derecho a ser felices?
Imaginaos la cara que tendría que tener Eva. Empezó a llorar y a llorar y a llorar y ya os imagináis, pues tuvo muchas consultas con el doctor Santandreu, hasta que al final pasado un tiempo, llegó un día muy contenta a la consulta y dijo: ¿Sabes Rafael? Creo que ya estoy curada del todo. El doctor Santandreu se quedó sorprendido: ¿Cómo es eso? Cuéntame. Y ella levantó una pierna para mostrar al doctor Santandreu que llevaba puestas unas zapatillas de deporte. Unas zapatillas sin tacón, totalmente planas. Eso. El doctor Santandreu sonrió y se puso contento y ella le dijo que era la primera vez, la primera vez desde que era niña, que llevaba unas zapatillas planas y que en un arrebato de locura había cogido una bolsa de basura, había metido todos sus zapatos de tacón y los había tirado al contenedor de la basura.
Según el doctor Santandreu, lo que le había pasado a Eva es que en realidad, al tirar sus zapatos de tacón a la basura, se había deshecho de su creencia irracional, o sea que no es razonable para nada, su creencia irracional que le estaba arruinando la vida. Y esa creencia irracional era la idea de que ser muy bajita era horrible, horroroso, una vergüenza, una desgracia.
Y fijaos hasta que punto todo era producto de su mente, de su creencia irracional, que después de comprarse sus zapatillas de deporte, tirar todos sus zapatos de tacón a la basura, había quedado con su novio en un bar para tomar café. En realidad, ella dice que estaba muy nerviosa para ver lo que su novio le iba a decir.
Llegó al bar, se sentó en la mesa y su novio empezó a contarle un problema que había tenido con su jefe. Como su novio no le decía nada acerca de las zapatillas, ella lo interrumpió en la conversación y le dijo: ¿No te has dado cuenta de una cosa? Y el novio le dijo: ¿De qué? Y se puso de pie con sus zapatillas de deporte planas. Y… ¿qué creéis que le dijo el novio? Pues le dijo: ¡Ah, qué zapatillas tan bonitas! Pero déjame que termine de contarte la historia con mi jefe.
Ahí Eva se dio cuenta que a su novio nunca le había importado ni se había fijado si era bajita o alta. Y se dio cuenta de lo tonta que había sido, de lo mal que lo había pasado sin ninguna necesidad.
Amigos, ¿qué os parece la historia de Eva? Contádmelo en los comentarios. Contadme si a vosotros os ha pasado alguna cosa similar.
Y amigos, este ha sido el resumen de este capítulo. La primera idea era que en nuestro grado de medir las cosas que nos suceden, tenemos tendencia a considerarlo todo como terrible. Y en la segunda parte del vídeo hemos conocido la historia de Eva que ilustra esta creencia que tenemos.
Pues amigos, si el vídeo os ha gustado me encantaría que le dieseis a me gusta. No olvidéis suscribiros al canal como siempre digo y nos vemos aquí en futuros vídeos de español y olé. Un besito y hasta muy pronto amigos. Adiós.