Queridos amigos españoleros, hoy os propongo escuchar un cuento muy interesante que nos habla sobre el estrés y la ansiedad. Este cuento se llama “El anillo de bodas” y si queréis aprender la enseñanza o moraleja que trae consigo, quedaos a ver el vídeo hasta el final.
Vamos a empezar, como siempre, con nuestro mantra particular: Yo hablo español, yo hablo español, yo hablo español.
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Y hoy, queridos amigos, os traigo un cuento muy interesante en el que todos nos podemos ver reflejados en algún momento de nuestra vida, porque el estrés y la ansiedad a veces hacen que todo se vea oscuro, que todo se vea negro. En este cuento hoy vamos a empezar por el final, porque os voy a contar la moraleja.
La moraleja que siempre la dejo para el final del cuento, hoy os la voy a contar al principio, es decir, la enseñanza, la vamos a aprender al principio. Y es que este cuento nos viene a decir que a veces hay que dejar que las cosas sucedan, hay que no hacer nada, estarse quietos, dejar que las cosas pasen como tengan que pasar y por sí solas, por si mismas, se aclaren. Lo vais a entender muy bien con este cuento sobre el anillo de compromiso.
Este cuento del anillo de compromiso o el anillo de bodas trata sobre un elefante. Si, si, un elefante, un elefante que estaba muy enamorado y se quería casar y encargó un precioso anillo de bodas para su querida elefanta. Y cuando el anillo estaba hecho, cuando ya el anillo estaba preparado, fue a recogerlo a la ciudad y se lo puso en su trompa, en su trompa de elefante. Muy contento, él iba con su anillo para su querida elefanta y cuando iba de regreso tenía que pasar por un río. El pobre elefante, que iba tan contento cantando, no vio una gran piedra que había, la pisó y se resbaló. Con tan mala suerte que el anillo que estaba en su trompa cayó al río. Con las aguas pasando, el elefante, no sabía dónde estaba el anillo se puso muy nervioso, le dio una gran ansiedad y estrés y con sus patas y su trompa y su trompa empezó a mover las aguas y a escarbar. Y el agua del río cada vez estaba más oscura y más turbia y no se podía ver absolutamente nada. Menos veía, más escarbaba el elefante a ver si podía encontrar el anillo.
Curiosamente había un búho en lo alto, en lo alto de la rama de un árbol, que estaba viendo la escena y llamó al elefante: Elefante, elefante. Pero el elefante estaba tan ansioso, estaba tan estresado y nervioso que no escuchaba las voces y llamadas del búho. El búho se acercó y le tocó en el hombro para ver si se daba cuenta. El elefante, agotado, lo miró. Estaba tan cansado de buscar el anillo que no podía más.
El búho le dijo: Querido amigo Elefante, estás muy nervioso. Estás ansioso y estresado. No paras de excavar y excavar y de hacer cosas con el objetivo de solucionar tu problema, que es encontrar el anillo. Pero te voy a dar un consejo: Descansa. Siéntate al borde del río, deja que pase el tiempo y verás como todo se aclara, todo se aclara por sí solo, todo se aclara por sí mismo y podrás conseguir el objetivo que te habías marcado de una forma natural y sin entorpecer los acontecimientos.
El elefante le hizo caso. No podía más. Estaba tan cansado que no podía seguir excavando, así que se sentó en la orilla del río. Poco a poco, con el paso de las horas, el agua se fue volviendo clara y cristalina. El fango, el barro, la tierra que había enturbiado el agua se fue bajando hacia el fondo, se fue posando en el fondo del río y las aguas empezaron de nuevo a estar transparentes, limpias y cristalinas.
Abrió el elefante los ojos y en el fondo del río vio brillar algo. Lo vio rápidamente. Se levantó de su sitio con gran alegría, fue al río y encontró el anillo de su amada elefanta y… ¿qué había tenido que hacer? Nada, sólo esperar, esperar que el tiempo lo pusiese todo en su lugar.
Queridos amigos, contadme en los comentarios si ha habido algún momento en vuestra vida que os ha pasado esto, que solo habéis tenido que dejar pasar el tiempo y esperar para que algo sucediese por sí mismo. Dejádmelo escrito en los comentarios que me hará mucha ilusión saberlo.
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